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Huida repentina
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Huida repentina
Estaba bastante inquieto, como era de esperar. Mukasta(mi nuevo compañero de aventuras) y yo decidimos quedar aquella misma noche en la orilla este de la isla, ya que necesitaban cambiar de punto de encuentro. Sinceramente estaba empezando a hartarme de todo aquel mundo de la cueva; allí la gente era malvada y nunca tenían buenas intenciones. Nunca estuve cómodo en aquel lugar, siempre estaba mordiéndome las uñas y enredándome el pelo a causa de los nervios. Siempre he querido llevar por buen rumbo mi vida, pero sigue sin dar resultado.
En aquel momento estaba bajando a lo más profundo de las aguas de la isla para encontrarme con mi padre y explicarle todo lo ocurrido.
Mi padre nunca supo nada acerca de lo que tenía que hacer para conseguir sus medicinas. Des de que empezó a sufrir su enfermedad se quedó para siempre en nuestra antigua gruta donde vivíamos durante la última guerra y perdió la conexión con el mundo exterior.
Las sirenas y tritones nos comunicamos en el agua mediante una especie de sonidos parecidos a los gritos de los delfines y en tierra firme de forma normal, obviamente.
Cuando entré en la gruta papá estaba estirado, como siempre, mientras se tomaba la última ración de medicina que nos quedaba.
-He de decirte algó papá...
Todo cuanto le expliqué hizo que se le salieran los ojos de las órbitas y que empezara a balbucear como un niño.
-¿Y vas a irte a dios sabe donde con ese hombre para buscar medicinas? No veo que sea buena idea.
Le dí todas explicaciones necesarias para que entendiera que lo hacía todo por él y una vez lo convencí me dispuse a prepara mi equipaje: coloqué todas mis prendas humanas y mi peluca rubia y luego cogí mis joyas hechas a mano a base de gemas marinas.
En nada el mar se empezó a volver naranjoso., lo que indicaba que debía apresurarse a la superficie. Tuluska debía estar con Mukasta.
Iba a revelarle mi verdadera identidad, lo había estado pensando todo el día y sabía que era lo correcto, así que subí a la superficie y me dejé ver ante él.
[...]
No puedo decir que la primera impresión fuera buena, ya que su cara presentaba una mueca de sorpresa que , a estas alturas, no sabría deducir si era de emoción o de espanto. Mientras Mukasta seguía perplejo por mi verdadero aspecto tiré mi bolsa (que chorreaba agua por todas partes) dentro de la canoa donde él estaba y me quedé mirándolo fijamente des de el borde. Mukasta no paraba de mirarme la cola y tardó tiempo en hablar de nuevo.
-Ahora entiendo porqué te llaman la sirena traicionera...¡Y tan traicionera! pensaba que eras un humano normal.
-Guardo muchos secretos que todavía no sabes.
-¿Me estás desafiando? Te advierto: puedo ser muuuuuuuuuuuuuuy pesado.
-Bueh, seguro que no lo consigues.- Le saqué la lengua.
-¡Acepto el reto!-Mukasta me cogió de las manos y me subió a la canoa.
Mukasta, remaba desde una punta de la canoa y yo estaba mirándome las uñas con Tuluska en la cabeza, desde la otra.
-¿En serio tienes las uñas azules? eso es raro...
-Soy una sirena, soy especial- me hice el interesante.
-Querrás decir tritón...
Mal asunto.
¡Hedichoquesoyunasirenaporqueyonosoyunpezconcuerpodehombre! ¡Hmpf!
-Recuerdame que no hable más sobre ello.
Empezé a pensar sobre algo que había pasado por alto...
-Mukasta...¿Cuando llegaremos a tu magnifico barco?
-¡Este es mi magnifico barco!-Dios, que mono estaba con esa sonrisa sexy
-¡¿me tomas el pelo?! ¿ a donde pretendes llegar con esta bazofia?
-No te preocupes, soy rico. en cuanto lleguemos a nuestro destino compraremos un barco y te regalaré todo lo que quierás.
-¿Cuanto has dicho que falta?
Y así fue como Mukasta y yo nos dirigiamos hacia algo parecido a una entrañable aventura.
En aquel momento estaba bajando a lo más profundo de las aguas de la isla para encontrarme con mi padre y explicarle todo lo ocurrido.
Mi padre nunca supo nada acerca de lo que tenía que hacer para conseguir sus medicinas. Des de que empezó a sufrir su enfermedad se quedó para siempre en nuestra antigua gruta donde vivíamos durante la última guerra y perdió la conexión con el mundo exterior.
Las sirenas y tritones nos comunicamos en el agua mediante una especie de sonidos parecidos a los gritos de los delfines y en tierra firme de forma normal, obviamente.
Cuando entré en la gruta papá estaba estirado, como siempre, mientras se tomaba la última ración de medicina que nos quedaba.
-He de decirte algó papá...
Todo cuanto le expliqué hizo que se le salieran los ojos de las órbitas y que empezara a balbucear como un niño.
-¿Y vas a irte a dios sabe donde con ese hombre para buscar medicinas? No veo que sea buena idea.
Le dí todas explicaciones necesarias para que entendiera que lo hacía todo por él y una vez lo convencí me dispuse a prepara mi equipaje: coloqué todas mis prendas humanas y mi peluca rubia y luego cogí mis joyas hechas a mano a base de gemas marinas.
En nada el mar se empezó a volver naranjoso., lo que indicaba que debía apresurarse a la superficie. Tuluska debía estar con Mukasta.
Iba a revelarle mi verdadera identidad, lo había estado pensando todo el día y sabía que era lo correcto, así que subí a la superficie y me dejé ver ante él.
[...]
No puedo decir que la primera impresión fuera buena, ya que su cara presentaba una mueca de sorpresa que , a estas alturas, no sabría deducir si era de emoción o de espanto. Mientras Mukasta seguía perplejo por mi verdadero aspecto tiré mi bolsa (que chorreaba agua por todas partes) dentro de la canoa donde él estaba y me quedé mirándolo fijamente des de el borde. Mukasta no paraba de mirarme la cola y tardó tiempo en hablar de nuevo.
-Ahora entiendo porqué te llaman la sirena traicionera...¡Y tan traicionera! pensaba que eras un humano normal.
-Guardo muchos secretos que todavía no sabes.
-¿Me estás desafiando? Te advierto: puedo ser muuuuuuuuuuuuuuy pesado.
-Bueh, seguro que no lo consigues.- Le saqué la lengua.
-¡Acepto el reto!-Mukasta me cogió de las manos y me subió a la canoa.
Mukasta, remaba desde una punta de la canoa y yo estaba mirándome las uñas con Tuluska en la cabeza, desde la otra.
-¿En serio tienes las uñas azules? eso es raro...
-Soy una sirena, soy especial- me hice el interesante.
-Querrás decir tritón...
Mal asunto.
¡Hedichoquesoyunasirenaporqueyonosoyunpezconcuerpodehombre! ¡Hmpf!
-Recuerdame que no hable más sobre ello.
Empezé a pensar sobre algo que había pasado por alto...
-Mukasta...¿Cuando llegaremos a tu magnifico barco?
-¡Este es mi magnifico barco!-Dios, que mono estaba con esa sonrisa sexy
-¡¿me tomas el pelo?! ¿ a donde pretendes llegar con esta bazofia?
-No te preocupes, soy rico. en cuanto lleguemos a nuestro destino compraremos un barco y te regalaré todo lo que quierás.
-¿Cuanto has dicho que falta?
Y así fue como Mukasta y yo nos dirigiamos hacia algo parecido a una entrañable aventura.
Laid R. Sirène- Ser Mitologico
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Localización : Desconocido
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